¿Ser o hacer? ¿Coaching de vida o Coaching Ejecutivo?
Cada coaching tiene su particularidad. Pero ¿cómo integrar lo mejor de ambos mundos? Es decir, llegar a la esencia del ser, a la vez generar acciones y habilidades profesionales poderosas?
Defino el Coaching como un acompañamiento a las personas para generar los cambios que desean ver en sus vidas personales y/o laborales. El Coaching de vida se centra en el ser, en la persona, en sus emociones, sus sueños, en su propósito de vida, en cómo vivir de manera plena y feliz, en cómo relacionarse mejor con sí mismo y con el entorno. El Coaching ejecutivo se centra en las acciones del trabajo, en cómo fortalecer capacidades y trabajar en áreas de desarrollo para mejorar los resultados de la organización.
Los puntos en común de estos dos tipos de coaching son 1. La importancia de la confidencialidad, 2. El principio de rescatar la sabiduría innata del coachee, 3. No aconsejar o juzgar al coachee y 4. Todo proceso establece una meta o desafío al inicio del proceso y concluye con compromisos de acciones concretas para generar cambios.
Quizás la diferencia más destacable de estos tipos de coaching es que el Coaching ejecutivo puede evitar asuntos personales y emocionales del coachee. Desde un punto de vista estrictamente racional, económico y a corto plazo, se puede entender el por qué una empresa prefiere establecer esta distinción y enfoca el apoyo en temas únicamente laborales. Sin embargo, mi experiencia como Coach en el mundo organizacional me enseña que generalmente las personas no suelen ser capaces de poner de un lado sus emociones y sus desafíos personales en el camino de la casa al trabajo. Cuando una persona está preocupada por problemas de dinero en su casa, también estará preocupada por problemas de dinero en su trabajo. Si una persona está triste o enojada en su hogar porque está en conflicto con su pareja, también llevará su tristeza o enojo al trabajo. Las consecuencias de la brecha entre el nivel de satisfacción personal con el nivel de satisfacción laboral es sumamente costosa para las organizaciones. Esto se refleja en una falta de compromiso, desmotivación, desenfoque de las metas, burn out o depresión.
Entonces lanzo la pregunta: ¿La empresa y el Coaching Ejecutivo debe co-responsabilizarse del bienestar personal de sus colaboradores?
Defino el Coaching como un acompañamiento a las personas para generar los cambios que desean ver en sus vidas personales y/o laborales. El Coaching de vida se centra en el ser, en la persona, en sus emociones, sus sueños, en su propósito de vida, en cómo vivir de manera plena y feliz, en cómo relacionarse mejor con sí mismo y con el entorno. El Coaching ejecutivo se centra en las acciones del trabajo, en cómo fortalecer capacidades y trabajar en áreas de desarrollo para mejorar los resultados de la organización.
Los puntos en común de estos dos tipos de coaching son 1. La importancia de la confidencialidad, 2. El principio de rescatar la sabiduría innata del coachee, 3. No aconsejar o juzgar al coachee y 4. Todo proceso establece una meta o desafío al inicio del proceso y concluye con compromisos de acciones concretas para generar cambios.
Quizás la diferencia más destacable de estos tipos de coaching es que el Coaching ejecutivo puede evitar asuntos personales y emocionales del coachee. Desde un punto de vista estrictamente racional, económico y a corto plazo, se puede entender el por qué una empresa prefiere establecer esta distinción y enfoca el apoyo en temas únicamente laborales. Sin embargo, mi experiencia como Coach en el mundo organizacional me enseña que generalmente las personas no suelen ser capaces de poner de un lado sus emociones y sus desafíos personales en el camino de la casa al trabajo. Cuando una persona está preocupada por problemas de dinero en su casa, también estará preocupada por problemas de dinero en su trabajo. Si una persona está triste o enojada en su hogar porque está en conflicto con su pareja, también llevará su tristeza o enojo al trabajo. Las consecuencias de la brecha entre el nivel de satisfacción personal con el nivel de satisfacción laboral es sumamente costosa para las organizaciones. Esto se refleja en una falta de compromiso, desmotivación, desenfoque de las metas, burn out o depresión.
Entonces lanzo la pregunta: ¿La empresa y el Coaching Ejecutivo debe co-responsabilizarse del bienestar personal de sus colaboradores?
La respuesta de NO a esta pregunta implica que la empresa tendrá que aceptar las consecuencias ya mencionadas en su empleados y la perdida de dinero que puede representar esa decisión. También reconocer que parte de la razón que las empresas invierten en proceso de Team Building y charlas motivacionales es porque indirectamente están tratando de atender los problemas que realmente se podrían resolver desde el Coaching de vida. Es justamente la razón porque procesos grupales, sin un componente de apoyo individual extendido, generan tan poco impacto a mediano y largo plazo.
Cuando una empresa decide co-responsabilizarse por el bienestar de sus colaboradores, tendrá que ofrecer un proceso que integra el Coaching ejecutivo y el Coaching de vida. A continuación presento 2 soluciones integrales que actualmente practico como Coach organizacional y que han generado gran satisfacción para mis clientes:
1. Iniciar el proceso con Coaching de vida antes del Coaching ejecutivo. Mitad del proceso lo dedico a los temas personales y luego dedico la segunda parte del proceso a los temas laborales y en capacidades de liderazgo.
2. Durante una sesión de Coaching ejecutivo, me doy el tiempo durante la sesión para buscar el origen de las dificultades que están impidiendo al coachee generar una nueva habilidad (por ejemplo la dificultad en aprender a delegar puede ser la consecuencia de una dificultad de confiar. En algún momento de la historia del coachee, aprendío a desconfiar). El origen de una conducta siempre lleva a un momento personal antiguo, y si la persona lo puede ver también es capaz de resolverlo. Así el colaborador tendrá mayor impacto desarrollando esta nueva habilidad, además, sentirá gratitud y mayor compromiso con la organización por haberle ayudado a generar este cambio.
La invitación que propongo a las organizaciones es que se atrevan a pensaroutside the box (fuera de la caja) con un enfoque integral dónde valoran a las personas, sus vidas y sus procesos personales al igual o hasta más que los resultados de la empresa. Cuando una empresa se enfoca en el primero, el segundo se da por añadidura. Una persona íntegra, feliz y sana se desempeña con mayor habilidad, proactividad y motivación generando mejores resultados en todos los ámbitos de su vida.